El mismo lugar y un crimen aún peor. El Madrid de Khedira y Kaká retrocedió estrepitosamente en el Ciudad de Valencia y sufrió una de esas averías cuyo dolor no remite hasta el final. La expulsión del alemán y un penalti no señalado por Turienzo contribuyeron al malestar general que aprovechó un Levante inteligente y con oficio. El Madrid jugó mal y sin intensidad, con Cristiano y sin él, y se metió en la peligrosa dinámica de verle el dorsal al Barça.
Como en el mejor de cine de acción, género que tanto cultiva el Madrid, todo comenzó con una pelea, repleta de culpables y con un solo pardillo: Khedira.
Turienzo se merendó una falta de libro a Di María, éste lo pagó con una entrada desagradable a Juanlu, Iborra tocó la cara al argentino, que se desmayó como alcanzado por un balazo en el rostro, Ballesteros se agachó para comerle la oreja y Khedira acudió puntualmente para empujarle y ganarse de manera absurda su segunda amarilla.
Era el minuto 39. En este enredo se complicó el Madrid una visita que ya presumía con espinas, por el oficio del adversario, por el césped cuarentón, por la suplencia de Cristiano, por el empuje de una grada que hinchó como un pez globo al Levante...
Turienzo se merendó una falta de libro a Di María, éste lo pagó con una entrada desagradable a Juanlu, Iborra tocó la cara al argentino, que se desmayó como alcanzado por un balazo en el rostro, Ballesteros se agachó para comerle la oreja y Khedira acudió puntualmente para empujarle y ganarse de manera absurda su segunda amarilla.
Era el minuto 39. En este enredo se complicó el Madrid una visita que ya presumía con espinas, por el oficio del adversario, por el césped cuarentón, por la suplencia de Cristiano, por el empuje de una grada que hinchó como un pez globo al Levante...
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