Mientras los palmeros de Florentino Pérez intentan resucitar a Kaká todas las semanas con el único objetivo de justificar los 67 millones que costó, hay un jugador que se ha ganado el corazón de los madridistas sin necesidad de absurdas propagandas. Su nombre es Mesut Özil.
El futbolista alemán es el único jugador diferente que tiene a su disposición Mourinho. Y utilizo el adjetivo diferente como sinónimo de fantasía, magia e imaginación. El alemán de ojos saltones da el toque de distinción a un equipo en el que el trabajo, la agresividad y la fuerza se han convertido en señas de identidad. El otro encargado de aportar ese toque debería ser Kaká, pero esperar que el brasileño vuelva por sus fueros parece, a día de hoy, una quimera.
El pasado año, Özil dejó innumerables muestras de su calidad pero adoleció de regularidad en su fútbol. En muchos partidos, quién sabe si víctima de la forma de jugar del equipo, el mediapunta desapareció, haciéndose merecedor del apelativo de futbolista Guadiana. En lo que llevamos de temporada, con la Supercopa de por medio, el Real Madrid ha demostrado estar a un paso del Barcelona, paso que le toca dar a Özil...
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